Cuando
empecé con este blog, tuve la sana intención de evitar el tema de la política, entendida
esta como la práctica profesional de la actividad pública. Esta intención
estaba sustentada en mi profunda creencia de que la polaridad política de la
sociedad española estaba, como no podía ser menos, instalada en mi círculo de
amistades a quien, en mayor o menor medida estaba destinado el mismo. Sin
embargo, los sucesos acaecidos desde el pasado fin de semana con la moción de
censura y posterior dimisión del Sr. Rajoy, así como el aluvión de mensajes y
escritos que me han llegado a través de las distintas redes sociales, me han
llevado a saltarme esa higiénica costumbre. Más que nada porque he visto con
asombro y estupefacción que la mayoría de los que hacen ese tipos de
comentarios, no solo están totalmente polarizados en sus ideas, como no podía
ser menos, sino que simplemente desconocen o directamente desprecian, cómo debería
funcionar una democracia parlamentaria y cuáles son los antecedentes históricos
y sociales e la que tenemos en nuestro país. Ya había visto esto antes, con el
tema de la fallida secesión catalana, donde se mezclaron errores, falsedades y
embustes, más o menos intencionados por una parte y por otra, del confronta
miento catalán. Pero el hecho de la moción de censura en el Parlamento
Nacional, y lo que he tenido que oír y leer los últimos días, me han
desperezado totalmente.
Tengo
que poner en principio encima del tapete algunas cosas que creo que la mayoría
de la gente no contempla a la hora de hacer ciertos comentarios como los que he
leído los últimos días. Creo que la Democracia (esa palabreja que a muchos les
llena la boca, pero que no contemplan cuando los resultados no les son
favorables), no consiste en depositar un voto cada 4 años, y que este voto
suponga un cheque en blanco para que la formación más votada forme un gobierno,
y luego este haga lo que le dé la gana, sustentado en mayorías absolutas o no.
Creo que la Democracia se sustenta precisamente en que, el que gane unas
elecciones, piense detenidamente en los millones de compatriotas que no les han
votado y traten de hacer una política que perviva más allá de una o dos
legislaturas (aunque claro, siempre hay quien vota “a los suyos”,
independientemente que estos hagan lo que hagan). Para ello es imprescindible
la negociación, el consenso, el acuerdo, más allá de la razón aplastante del número
de votos.
Quiero
que conste desde el inicio que esto es una opinión personal, basada en el
sentido común, que por desgracia no abunda en la clase política de este país.
Puede
que creamos que la moción de Censura promovida por el Sr. Sánchez sea o no
conveniente (personalmente creo que se ha tirado a la piscina sin agua y que
estratégicamente para su futura carrera política, es un disparate), puede que
tengamos ideas o principios que no coincidan con los del Sr. Sánchez
(personalmente no le he votado nunca), pero lo que sí que es cierto es que su
maniobra política, no solo es legítima a todas luces, y Constitucional, para
los que se les llena la boca de Constitución cuando les interesa. Lo digo por
la marea de comentarios que he visto de que es un golpe de Estado, que es un
intento de “romper España” (luego entraré en la frasecita), que si es
ininteligible que se forme un Gobierno de Coalición (sic) con independentistas
y anti-sistema, etc.
Lo
del golpe de Estado queda absolutamente descartado, ya que es una opción
incluida y reglada en la Constitución. No es la primera Moción de Censura en la
Historia reciente de España, aunque sí que es la primera que sale adelante, lo
que me lleva a pedir a los votantes del Sr. Rajoy y a su partido que mediten
los motivos por los que opciones e
ideologías tan variopintas y heterodoxas, se han puesto de acuerdo para sacarle
de la Moncloa.
Lo
de romper España, no ha quedado lo suficientemente acreditado (que diría una sentencia,
tan en boga los últimos tiempos), sí que han votado a favor independentistas
catalanes y vascos pero, hasta ahora, no hay ninguna señal de que el voto haya
sido a cambio de una declaración de independencia. En todo caso se ha abierto
la puerta al diálogo y a la negociación (cosa que el Sr. Rajoy negó
profusamente y que es, básicamente, el principio de la Democracia).
La
frase de “yo no le he votado como presidente” es una muestra má del
desconocimiento del sistema político que rige en España. En un sistema
parlamentario, el ciudadano no vota a un Presidente, ni siquiera a un
candidato, sino que vota a una lista cerrada por circunscripción, por lo que,
salvo los votantes del PP en Pontevedra, nadie más ha votado al Sr. Rajoy. Al
presidente lo elige el Parlamento, de acuerdo con el nº de escaños obtenido, para lo cual, en bastantes
ocasiones se ha tenido que pactar o negociar con otras fuerzas políticas, como
hicieron Gobiernos anteriores con nacionalistas vascos, canarios, catalanes,
etc.
Dicho
esto y ante un panorama político muy diferente al que hemos vivido en
democracia (si exceptuamos el breve y convulso tiempo republicano, también
arrollado por las mismas costumbres), desde que a don Antonio Cánovas del
Castillo se le ocurrió la idea del bipartidismo (profundamente arraigado en el
ADN político hispano) en 1869. Debemos empezar a pensar en Gobiernos que no
gobiernen para hoy y que pacten, negocien y acuerden para dejar a futuras
generaciones un país estable, con legislaciones y medidas perdurables, que
garanticen una continuidad en los temas que forman el sustento de la nación:
Educación, Sanidad y Trabajo. Y que no vayan de un extremo al otro cada 4 años,
en función del color del gabinete de turno.
Dicho
esto, soy consciente de que el gabinete del Sr. Sanchez tiene los días
contados. La inveterada costumbre española de menospreciar y hundir al
adversario político, antes de dejarle explicarse y de que exponga sus ideas y
propósitos, ha llevado a que en esta ocasión ni tan siquiera hayan dejado los
100 días de cortesía para empezar a atizarle ( es más lo han hecho antes
incluso de que haya formado Gobierno).
P.S.
Cuando termino de escribir este artículo, el Sr. Sanchez acaba de presentar públicamente
la composición de su gabinete. La aparición en el mismo de personas como
Borrell o Grande Marlaska, habrán dejado atónitos a los que tachaban de vendido
a los separatistas y a los independentistas catalanes y vascos al nuevo
presidente. Me parece (a simple vista) un grupo de personas sobradamente
preparadas, con un enorme prestigio profesional y que lo han arriesgado junto
con sus carreras, en una aventura que
todo el mundo pinta oscura. Creo que habría que dejarles trabajar y no cerrarse
en el no es no, porque tienen otro color político.
(*)
He titulado este artículo de la misma manera que Gerald Brenan tituló su libro,
que tanto me ayudó a entender la España convulsa y tortuosa de la II República.
Espero que los españoles hayamos
aprendido algo para evitar odios cainitas que solo conducen a la destrucción y al
vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario