Como cuando se despidió de jugador, no ha hecho falta ni que acabase su contrato,
ni que le despidieran de malos o buenos modos.Se marcha tranquilo, sin
estridencias, cansado de tanta presión, harto de tanta palabrería y de tanto
bregar con la directiva, con la prensa y con los jugadores; Zinedine Zidane, el hombre que pasará a la
historia del club más laureado de la historia del futbol, como el entrenador
que más títulos en menos tiempo ha levantado (8 en 2 años), ha dejado de
entrenar al Real Madrid. Y tal y como ha vivido en el banquillo de Chamartín,
se va en el momento justo, cuando se han apagado los focos de su tercera Copa
de Europa consecutiva, cuando le permite al club buscar relevo sin prisas pero
sin pausa, de cara a la próxima temporada, sin
estridencias ni gestos para la galería: “Me he cansado y lo dejo”. Así
de simple, así de difícil.
Cuando parecía que el club más convulso de los últimos tiempos
había encontrado la estabilidad en el banquillo, cuando no había titulares estridentes
que echarse a la boca, cuando uno de los jugadores mas geniales y mas egoístas que
recuerdo, exigía una atención mediatica individual, que reclamaba el conjunto,va
ZZ y lo deja.Y es que el Real Madrid se ha convertido en una fábrica de títulos, alimentada con la voraz trituradora de jugadores y de técnicos.
Posiblemente no sepamos nunca las razones reales que le han llevado
a tomar esta decisión, pero lo cierto es que desde que entró en el vestuario
para hacerse cargo como primer técnico, siempre ha tenido una cohorte de corifeos
detractores. Que si no tenía experiencia en banquillos de élite (ya me contarán
la que tenían Guardiola o Simeone antes de que les dieran los bancos de Barcelona
y Atlético), que si no hacía un futbol bonito, que si era un entrenador títere,
plegado a la voluntad del palco. Uno a uno, Zidane ha ido desmontando todos los argumentos.
Yo, que le he seguido como técnico desde que le dieron el banquillo del
Castilla, he visto su progresión, su evolución como técnico de primer nivel. Es
cierto que al principio basó su éxito en el primer equipo, en la pléyade de
jugadorazos que se encontró en el vestuario a base de plena confianza y fe
ciega recíproca. Es cierto que ha ido puliendo defectos y problemas técnicos que
tenía en el Castilla. Peor lo cierto es que ha evolucionado y ha sabido
conjugar grandes aciertos técnicos ( las eliminatorias contra el PSG y el
Bayern sobre todo) con esa fe y esa confianza que ha sabido transmitir a los
jugadores, a pesar de tener que dejar en el banquillo a grandes estrellas
(Bale, Benzema) o a jugadores de gran progresión (Isco, Asensio), sin grandes
aspavientos ni alharacas, repartiendo minutos y premiando méritos que se
acumulan en los entrenamientos y en el día a día, pero que generalmente no
llegan al hincha.
Que no ha hecho un futbol preciosista, vale. Que este año ha
tirado Liga y Copa para jugarse todo a la carta de Europa, seguro. Pero lo
cierto es que es el primer entrenador que veo en mucho tiempo en un club de
primer nivel, que no se queja amargamente en público porque no le traen los
fichajes que el quiere, y pide más y mas dinero para reforzar una plantilla de estrellas, que
es el entrenador que ha mantenido la paz en un vestuario que normalmente se asemeja más a
un estanque de cocodrilos que a un nido de paz (que se lo pregunten a Benítez), que ha conseguido no salir en
portadas ni en noticiarios, con salidas de tono ni ataques a nadie ni a nada.
Un tipo que ha sabido mantener su criterio de paz y tranquilidad en el vestuario (caso de Arrizabalaga, por ejemplo),
haciendo frente a la directiva y a todos. Un hombre cabal que ha sabido
mantener su criterio y su idea, que harto de luchar contra molinos de viento,
simplemente lo deja.
Ha tenido aciertos y errores (como todo el mundo), pero costará
encontrar a alguien con ese perfil de tranquilidad y de honestidad para consigo
mismo y su profesión.
De los títulos logrados ni lo menciono.
Au revoir et merci, Monsieur Zidane,
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