He tenido que dejar pasar un tiempo para dejar de sentir la
frustración y la pesadumbre, y sentarme a escribir sobre la lamentable
situación deportiva del club al que me honro en pertenecer desde hace más de 40
años. Y es que, como decía un personaje de la magnífica película argentina “El
secreto de sus ojos”: El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión", refiriéndose a su pasión por el club de futbol
Huracán, lo que le lleva a ser capturado. Yo me adhiero a esa idea, se puede
cambiar de todo menos de pasión, bueno casi.
Y es que uno anda ya muy harto de la gestión deportiva del
Director Deportivo del Real Madrid C.F., por más que este no exista y esté siendo
suplantado por un individuo empeñado en entrar en la historia como lo que es;
un constructor y empresario de éxito, o como lo que no es; un hombre de futbol.
Empeñado como anda en remedar a Don Santiago Bernabéu (a pesar de que este en
el futbol lo había sido todo menos pelota antes de ser presidente, y a aquel no
se le conoce destreza deportiva alguna), ha decidido despedir fulminantemente
al mismo entrenador que, hace menos de 4 meses, había arrancado del seno de la
Selección desmembrándola, para liderar un proyecto a 3 años, a pesar de que no
era, ni la primera, ni la segunda, ni la tercera, ni la cuarta opción, de una
lista de preparadores, de lo más heterogénea; ingenuo.
Ingenuo, porque la experiencia le debería haber dictado que los
entrenadores le duran menos que un dulce a la puerta de una escuela (solo
Vicente Del Bosque, acabó contrato), bien por despido fulminante, o bien por
espantada. Ingenuo, porque desde que decidió prescindir de la figura de
Director Deportivo, el equipo está hecho de figuras (cada vez menos) y no se
vislumbra el paisaje del Belén completo por ningún lado. Solo ganan cuando los
jugadores se conjuran para ello, y no saben o no pueden mantener esa intensidad
en un campeonato largo y exigente como es el de la Liga española, donde se
desangran en partidos contra rivales de menor nivel pero más intensos.
No hay, ni se espera, una idea deportiva clara. Y lo mismo se echa
al equipo en brazos de un gestor de vestuarios de mano suave (el propio
Vicente, Ancelotti o Zidane), que de un sargento chusquero de látigo y picota
(Mourinho o ahora con la intentona de Conte); de un fino estratega con
experiencia (Luxemburgo), o de un meritorio que viene del Castilla (López Caro,
el mismo Zizu, o ahora Solari). ¡Han sido 13 en 16 años!
Lo mismo se juega a tener la pelota con full control y tiqui- taca,
que a regalar la pelota, robar y contragolpe vertiginoso. Lo mismo se ficha a
un portero de primer nivel, cuando ya se tiene uno, que no se ficha un
delantero de similar enjundia (en su descargo, porque a lo mejor no lo hay), cuando
se te acaba de ir el Top One.
Y eso solo lo ha podido paliar hasta ahora bajo la sombra de un
jugador con un ego, un espíritu de lucha y una competitividad desmesurada. Y lo
ha tenido que dejar marchar de mala manera.
Todo ello sin una idea clara de donde se quiere llegar. Solo vale
ganar, pero no sabe cómo se quiere ganar.
A expensas de lo que pase a partir de ahora (lo mismo se conjuran
y ganan la 4ª Champion seguida, aunque me extrañaría), el club ha vuelto a dar
un bandazo, bajo la sospecha de que el citado Director Deportivo, haya decidido
sacrificar al entrenador para no verse él comprometido (como ya hizo con
Ancelotti).
Todo lo dicho, a pesar de que tampoco estoy de acuerdo con la
gestión que el entrenador ha hecho de la situación, donde se le ha visto
totalmente sobrepasado, atropellado, y eso lo ha trasmitido a la plantilla que
en principio parecía con él a muerte.
Y para que hablar de la forma en la que se le ha despedido, donde
entre líneas (y sobre y bajo ellas), se deja entrever que el equipo es un equipazo,
con 8 candidatos a balón de oro, alguno de ellos absolutamente abandonados ahora
a la molicie (hasta el gorro de los premios individuales en un deporte
colectivo, donde si el de al lado no te ayuda, ya pues ser un genio que te
estrellas a nivel equipo), argumentando que Julen no ha sabido dar con la tecla
exacta de esta plantilla. Debió recordarles el cartel de algunos salones de las películas del Oeste:
“No disparen al pianista”.
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