Ahora esa unión políticamente contra natura, de Convergencia (llámenla como quieran), ERC y la CUP, se envuelve de nuevo en la estelada y vuelve a la carga con las mismas que tuvieron antes del 1-O. Argumentan que ha sido la voluntad del pueblo catalán reflejadas en las urnas (sic) y que hay que respetar la democracia.
Esto me genera una sensación de dèjá-vu. ¿No era el mismo discurso que provocó la declaración unilateral de independencia? (declaración que ahora suavizan y matizan a la vista de algunas consecuencias penales y económicas). ¿No es el mismo argumentario que utilizaron después de la consulta “octubrista”?
Sin embargo, si las matemáticas no me fallan y los datos proporcionados por los medios nacionales son correctos, el partido más votado fue un partido unionista, la mayoría en cuanto a número total de votos fue también para los unionistas aunque por escaso margen, y que solo la más que cuestionable ley electoral española, que hace que el voto de un pagés leridano tenga más valor de cara a otorgar un escaño que el de un charnego barcelonés, permitió que los secesionistas tengan más diputados en la cámara. Más incluso que los que salieron de las anteriores elecciones de 2015, cuando ERC y PdeCat (antes llamada Convergencia) fueron en una candidatura conjunta.
Eso sí, aunque empiezan a matizar que la DUI no es el (único) camino, que hay que sentarse a hablar, que el Estado Español debe negociar con “los representantes de todo el pueblo Catalán” (sic). Siguen sin aclarar como pretenden mantener una República independiente, con qué dinero y en que moneda van a pagar la estructura de ese estado, con que fuerzas armadas van a defenderlo, con que estructura legal van a integrar a los no secesionistas (la mitad de los catalanes) dentro de la República y cuál sería su relación con la Unión Europea, y sobre todo cómo, separados íbamos a ser más fuertes que juntos.
En resumen, tres meses después estamos donde estábamos. Por la torpeza y la inoperancia de los políticos de turno (aquí no dejo títere con cabeza y apunto a derecha e izquierda, nacionalistas y unionistas, sistémicos y anti-sistema), y por el evidente carácter del votante, que sigue votando a los suyos, sean estos los que sean, aunque les resulte evidente que les manipulan, les engañan o directamente les roban.
Mientras, temas más importantes para el español (y catalán) de a pie, como la corrupción, el paro, las pensiones, el cambio climático o los recortes sociales, pasan a segundo plano en noticieros y periódicos, para que sigamos usando las banderas como engaño taurino y todos entremos al trapo.
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