Obituario: Enrique Castro "Quini".

Cuando allá por la década de los 70 el que esto escribe daba sus primeras patadas a una pelota, había unos delanteros centro que causaban la admiración de los muchachos que querían jugar al fútbol. Sin la efervescencia que hoy persigue a los Cristiano, Messi, Griezmann y compañía; Carlos Martinez "Santillana", Jose Eulogio Gárate y Enrique Castro "Quini", eran los "cañoneros" a seguir por los chavales de la época. Nacionales los tres,  los dos primeros estaban en los clubes punteros de la liga española; Real y Atlético de Madrid (hasta la aparición de Johan Cruyff en el Barcelona, no hubo un delantero centro "culé" de referencia desde César), que diputaban Ligas y Copas del entonces Generalísimo, Quini era el delantero centro del Real Sporting de Gijón. Un equipo de los denominados "ascensor", lo mismo estaba en Primera, que descendía a Segunda, que volvía a la máxima categoría. Pese a estar en un club modesto, el Bruxo (como conocían en Gijón a Quini), lograba uno tras otro trofeos "Pichichi" en ambas categorías. Es el jugador que más trofeos de máximo goleador posee; Cinco en Primera y dos más en Segunda. Aun jugando en Segunda iba convocado con la selección, donde compartía el puesto con Santillana desde la desgraciada lesión de Gárate. Tremendo rematador con ambas piernas y con un certero juego de cabeza, pese a no tener un físico imponente, un regate endiablado, ni un salto espectacular como el cántabro, se desenvolvía con especial acierto en esos terrenos de juego embarrados hasta los tobillos de su Asturias natal.
En torno a él, el Sporting construyó el mejor equipo de su historia. Rodeado de una buena camada de "guajes" salidos de la cantera de Mareo, la mayoría acabaron siendo internacionales, como Castro (su hermano Jesús), Cundi, Maceda, Giménez, Joaquín, Morán, Mesa, acompañados del argentino Ferrero, llegó a disputarle el título de liga al Real Madrid, poniéndole las cosas muy difíciles (el año que se inventó eso del "Así, así, así gana el Madrid").




En una época donde el derecho de retención hacía que un jugador importante permaneciese toda su vida en un mismo club, fueron las dificultades económicas del Sporting las que propiciaron que, pasada la treintena, Quini acabase traspasado al F.C. Barcelona, donde coincidió con un tal Diego Armando Maradona. Por fin en un club grande, Quini ganó los títulos que le faltaron en su Sporting del alma, 2 copas del Rey, 1 Supercopa de España, 1 copa de la Liga y una Recopa de Europa fueron sus títulos. Solo le faltó ganar una Liga. Fue entonces, en 1981, cuando se produjo el hecho más desafortunado y más conocido de su biografía, su secuestro por parte de unos delincuentes aficionados que mantuvieron en vilo a todo el país durante casi un mes. Tras su liberación Quini demostró que además de un gran deportista era una persona cabal, comprendiendo las dificultades económicas que tenían y perdonando a sus secuestradores (a uno de ellos incluso le dió su teléfono particular por si necesitaba algo). En 1984, decidió colgar las botas con 35 años. Sin embargo su amor por el Sporting le llevó a volver a los terrenos de juego a pesar de la merma en sus facultades físicas. Tres años más estuvo marcando goles en el Sporting, siendo hoy en día el mayor goleador de la historia del club, hasta que abandonó definitivamente la práctica activa del futbol en 1987, para continuar ligado al club como delegado y como representante institucional ya que en todo el mundo del futbol, Quini era querido y respetado.
Con una vida personal complicada, no solo por su secuestro sino por el trágico final de su hermano Jesús, Quini siempre fue un referente en el mundo futbolístico, llevando los nombres de Asturias y del Sporting.
Hace un par de años, Televisión Española le rindió un emotivo homenaje en su programa “Conexión Vintage”, (http://www.rtve.es/alacarta/videos/conexion-vintage/conexion-vintage-futbol-quini-1/3775985,  que recomiendo a todos aquellos que no vieron jugar a Quini. 
Seguro que San Pedro, como portero del cielo, tiempla al verle encarar la puerta del cielo.
Descanse en Paz el Bruxo.



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