Han pasado dos meses desde que se hicieron las elecciones generales y desde entonces no tenemos nada claro la formación del Gabinete, ni tan siquiera si Pedro Sánchez va a poder formar un gobierno sólido o simplemente vamos a caer en una nueva convocatoria electoral, tal y como acabó pasando en la legislatura fallida que salió de las elecciones de 2015.
En este tiempo nos hemos tenido que enfrentar además, a la elección de cargos tanto en Ayuntamientos como en varias comunidades Autónomas (bueno, todas excepto Valencia, Andalucía y Cataluña, cuyos comicios fueron recientes) y también a las elecciones Europeas, todas ellas rodeadas de controversia e incertidumbre. Y es precisamente en la formación de Ayuntamientos y CC.AA., donde se ha podido ver la mayoría de los disparates a la hora de formar los respectivos gobiernos. La imposibilidad casi total de lograr mayorías absolutas monocolores tal y como sucedía hasta hace bien poco, nos ha brindado la ocasión de asistir a auténticos dislates a la hora de negociar (es un eufemismo) la composición de los distintos órganos de gobierno. Desde la formación de gobiernos tripartitos sin tres partidos, como en Madrid, donde Cds insiste en que solo ha negociado con PP y que el gobierno de Madrid solo estará en manos de ambos, mientras este escora a la derecha para dejarse querer por Vox, que insiste en tener representación en el gobierno con puestos de gobierno (sic). O en Navarra, donde PSOE, accede a que Bildu tenga representación en la Mesa, previo pacto con PNV, dejando fuera a UPN, con el consiguiente cabreo de Populares y Ciudadanos, que braman ante tamaño ejemplo de rendición al secesionismo (!!!!). O peor aún, ayuntamientos donde PSOE, Cds y PP han propuesto (e impuesto) la fórmula; dos y dos. Es decir dos años el gobierno lo encabeza un partido y los dos siguientes el otro que necesitan para formar gobierno, con una total y absoluta desvergüenza hacia los votantes de a pié, que si que quieren el gobierno de su ciudad en manos de su partido (y programa) votado, pero no para asistir a un reparto salomónico de prebendas y sillones.
Pues bien, si las variopintas fórmulas sirven para mi pueblo, parece que no van a servir para mi nación. Y todo por esos mal llamados “cordones sanitarios” que los partidos han creado en torno suyo, para jurar que con este o con aquel otro jamás, al más puro estilo Juan Prim que en 1870, vociferó en el edificio de la Carrera de san Jerónimo, que con él “Los Borbones, jamás, jamás y jamás”. Y ya saben como acabó la historia.
Esto nos sitúa en una especie de limbo, donde por un lado Pedro Sánchez está abocado a pactar con nacionalistas y seguramente con separatistas, para lograr los suficientes votos para la investidura, item mas de llevar una negociación difícil y esquiva con Unidas Podemos, que insste en la coalición (a mi juicio erróneamente) como un mantra. Haría bien el Sr. Iglesias en repasar la historia del mas organizado Partido Comunista del bloque occidental; el Italiano, que sabedor de su posición política en la Europa de los años 60 y 70, permitió con su acción o abstención, varios gobiernos tanto socialistas como demócrata cristianos, en lo que fueron los mejores años de la República Italiana a nivel social y económico, aunque también sabrán como acabó esa historia.
Por otro lado el espectro al otro lado, se presenta mas intransigente aún. Conocedores que `por mucho que se esfuercen los números para una alternativa "de derechas" no dan, siguen enrocados al anti sanchismo esperando no sabemos muy bien qué. De PP y de Vox era totalmente de esperar. Su postura por muy demócratas y constitucionalistas que ahora se quieran vestir, es de partidos que quieren romper la baraja; o conmigo o contra mi. Y eso que Casado, cuando aún era vicesecretario general de comunicación del partido, afeara al PSOE que no se abstuviese para permitir la investidura de Mariano Rajoy, para no caer en las garras del separatismo y del nacionalismo, cuando le sacaban 52 escaños y el PP era la formación mas votada (ahora las tornas han cambiado y es el Partido Socialista el que les saca 57 a ellos, pero eso eran otros tiempos). La postura de Cds es sin embargo mas inexplicable e ininteligible para cualquier analista extranjero o imparcial. Queriendo lograr el liderazgo de la oposición, han hecho un peligroso viraje a la derecha con repercusiones catastróficas para la formación Naranja, pues no solo no ha logrado el ansiado sorpasso a Populares, sino que ahora mismo se enfrentan a profundas desavenencias y discrepancias dentro del partido. Primero con la ruptura con Manuel Valls quien, acostumbrado a otro tipo de hacer política menos visceral, otorgó “a cambio de nada” (ojo a la frase que es de la propia Arrimadas), los votos que necesitaba Aida Colau, para ser re investida alcaldesa de Barcelona, evitando así que dicha alcaldía acabara en manos de los separatistas de Esquerra Republicana. Después, con las recientes renuncias de dos pesos pesados dentro de su formación: Toni Roldán (hasta ahora portavoz del área de economía), y Javier Nart, reconocido y mediático abogado con amplias convicciones liberales. Por cierto, ojo al nombre del sustituto de Roldan en la ejecutiva económica de Cds: Marcos de Quinto, ex presidente de Coca Cola España, tras haber estado en el foco de los cierres de varias plantas en España (en especial la de Fuenlabrada) y de un ERE de lo mas peculiar y popular, en el que el citado individuo llegó casi a culpar a los propios trabajadores de dicho ERE. Haría bien la formación Naranja en repasar la historia de otra formación reciente que también quiso ocupar ese espacio partiendo desde el centro, me estoy refiriendo a UpyD.
Pues bien, Cds sigue empecinado en ese giro a la derecha, para no negociar con amigos de separatistas y anticostitucionalistas (Rivera dixit), cuando es a todas luces evidente, que la única forma de que Sánchez no acuda a ellos, es permitiendo la investidura del socialista y pasar luego a una oposición real y razonable.
A todos habría que recordarles un poco la historia de la democracia en España. La tan llevada y traída (a veces denostada) Transición, hecha a base de pactos, en muchos casos contra natura, renuncias y entendimientos que permitieron que ahora ellos se empeñen en resquebrajarla, por intereses muchas veces personales que nada tienen que ver con el buen gobierno de la “res pública”.
Hace poco leí en un libro sobre la historia de este país (Una Historia de España, Arturo Perez Reverte, Alfagura 2019, muy recomendable a la hora de pasar un buen rato), una cita de Julio Camba que va como anillo al dedo a la situación actual: “La envidia de los españoles no es aspirar al coche de su vecino, sino que el vecino se quede sin su coche”. Y así nos va.
Por otro lado el espectro al otro lado, se presenta mas intransigente aún. Conocedores que `por mucho que se esfuercen los números para una alternativa "de derechas" no dan, siguen enrocados al anti sanchismo esperando no sabemos muy bien qué. De PP y de Vox era totalmente de esperar. Su postura por muy demócratas y constitucionalistas que ahora se quieran vestir, es de partidos que quieren romper la baraja; o conmigo o contra mi. Y eso que Casado, cuando aún era vicesecretario general de comunicación del partido, afeara al PSOE que no se abstuviese para permitir la investidura de Mariano Rajoy, para no caer en las garras del separatismo y del nacionalismo, cuando le sacaban 52 escaños y el PP era la formación mas votada (ahora las tornas han cambiado y es el Partido Socialista el que les saca 57 a ellos, pero eso eran otros tiempos). La postura de Cds es sin embargo mas inexplicable e ininteligible para cualquier analista extranjero o imparcial. Queriendo lograr el liderazgo de la oposición, han hecho un peligroso viraje a la derecha con repercusiones catastróficas para la formación Naranja, pues no solo no ha logrado el ansiado sorpasso a Populares, sino que ahora mismo se enfrentan a profundas desavenencias y discrepancias dentro del partido. Primero con la ruptura con Manuel Valls quien, acostumbrado a otro tipo de hacer política menos visceral, otorgó “a cambio de nada” (ojo a la frase que es de la propia Arrimadas), los votos que necesitaba Aida Colau, para ser re investida alcaldesa de Barcelona, evitando así que dicha alcaldía acabara en manos de los separatistas de Esquerra Republicana. Después, con las recientes renuncias de dos pesos pesados dentro de su formación: Toni Roldán (hasta ahora portavoz del área de economía), y Javier Nart, reconocido y mediático abogado con amplias convicciones liberales. Por cierto, ojo al nombre del sustituto de Roldan en la ejecutiva económica de Cds: Marcos de Quinto, ex presidente de Coca Cola España, tras haber estado en el foco de los cierres de varias plantas en España (en especial la de Fuenlabrada) y de un ERE de lo mas peculiar y popular, en el que el citado individuo llegó casi a culpar a los propios trabajadores de dicho ERE. Haría bien la formación Naranja en repasar la historia de otra formación reciente que también quiso ocupar ese espacio partiendo desde el centro, me estoy refiriendo a UpyD.
Pues bien, Cds sigue empecinado en ese giro a la derecha, para no negociar con amigos de separatistas y anticostitucionalistas (Rivera dixit), cuando es a todas luces evidente, que la única forma de que Sánchez no acuda a ellos, es permitiendo la investidura del socialista y pasar luego a una oposición real y razonable.
A todos habría que recordarles un poco la historia de la democracia en España. La tan llevada y traída (a veces denostada) Transición, hecha a base de pactos, en muchos casos contra natura, renuncias y entendimientos que permitieron que ahora ellos se empeñen en resquebrajarla, por intereses muchas veces personales que nada tienen que ver con el buen gobierno de la “res pública”.
Hace poco leí en un libro sobre la historia de este país (Una Historia de España, Arturo Perez Reverte, Alfagura 2019, muy recomendable a la hora de pasar un buen rato), una cita de Julio Camba que va como anillo al dedo a la situación actual: “La envidia de los españoles no es aspirar al coche de su vecino, sino que el vecino se quede sin su coche”. Y así nos va.
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