Cuando nombraron a Sergio Scariolo como seleccionador nacional de
baloncesto hace ya 10 años, muchos pensaron que era una solución de
emergencia tras el adiós de Aito García Reneses depués de los JJOO
de Pekín. El periodo triunfal en la Absoluta de los Chicos de Oro
iniciado con Pepu Hernández, daba pábulo a pensar que, mas allá
del seleccionador de turno, los Gasol, Navarro, Reyes, Rudy,
Rodríguez y demás no dejarían de subirse al cajón de las
medallas. Cualquiera podía ser el seleccionador de este grupo
histórico, bastaba con un poco de mano izquierda y un poco de
gestión de grupo y ellos solos se llevarían las medallas. La breve
experiencia de Juan Antonio Orenga al frente de la Selección en
2012, nos dio el primer aviso de que tras esa apariencia, hacía
falta un “coach” de tronío para comandar ese excelso grupo. La
repesca del elegante y engominado entrenador italiano en 2015, tras
caer en cuartos de final del mundial del 2104, no impidió que el
grupo de corifeos anti-scariolo sacara de nuevo el hacha y
manifestara que no era un entrenador como para dirigir la selección,
que sus lagunas tácticas iban a arrastrar al pozo a la selección
tan pronto como la inexorable guadaña del tiempo, llevase al retiro
a la mejor generación de baloncestistas que hasta ahora ha dado este
país (y que me perdonen López Iturriaga, Epi, Corbalán, Jiménez y
demás).
Tres medallas de Oro
y una de bronce en Eurobasket a las que sumar una plata y un bronce
olímpicos, se ha colgado Sergio con la selección y sin embargo
seguía en el disparadero al inicio de este Mundial. A las retiradas
de Navarro y Reyes se sumaban las bajas por lesión de Pau Gasol y
las renuncias de Rodríguez, Ibaka y Mirotic (esta ciertamente
inexplicable tras su regreso a Europa), dejaban al equipo muy mermado
y en manos de pocos jugadores de su talla. Además haber tenido que
lidiar con el esperpéntico invento de las Ventanas, en las que
confeccionó una selección sin ÑBAs ni Euroligas, y en la que logró
con suficiencia un pasaporte a esta Mundial que, por ejemplo, no
logró la actual campeona de Europa: Eslovenia. Huérfana de los
Dragic, Doncic, Prepelic o Randolph.
Pues bien, a esto
llega el mundial cubierto de dudas, habitual en la época Scariolo,
donde siempre se ha ido de menos a mas (recordar el Eurobasket del
2009 y del follón que se lió con la ultima jugada frente a Turquía,
en la que se le dio la bola a un novato Sergio Llull para que se la
jugase. Falló se perdió el partido y al final fueron campeones).
Scariolo puso la selección en manos de una vieja guardia pretoriana:
Marc Gasol, Rubio, Rudy, Claver (siempre cuestionado y casi siempre
con razón).
Los resultados no
son lo brillantes que se espera, y en la preparación no se
vislumbran soluciones, mas allá de darle la bola a Marc. Se ganan
los tres partidos previos a Turquía, Puerto Rico e Irán (¡faltaría
mas!), y se afronta el siguiente grupo con mas miedo que vergüenza.
El partido contra la Italia de los Gentile, Belinelli, Da Tome, etc.
se antoja decisivo, ya que se cuenta, a priori, con que el partido
ante la todopoderosa y temible Serbia, está perdido de antemano. El
partido contra Italia se gana con sufrimiento, gracias a una segunda
unidad que “rescata” a los titulares de un inicio aterrador sin
ideas ni soluciones, ni ofensivas ni defensivas. Y ya, sin “nada
que perder”, el enfrentamiento frente a Serbia se vislumbra como la
antesala del posible enfrentamiento a Argentina en cuartos. Pero he
aquí que Scariolo preparaba varias sorpresas tácticas que han hecho
cerrar al boca a muchos de sus detractores. Sabedor de que ya no se
dispone del talento y la brillantez de otrora, ha diseñado una
selección capaz de ganar los partidos desde la defensa. El viejo
aforismo baloncestistico dice que “los partidos se ganan en defensa
y se pierden en ataque”. Scariolo ha mostrado un catálogo
defensivo inesperado para sus rivales, por mucho que Djordjevic
dijera que no se fiaba, no ha podido impedir que su selección con
mas de 100 puntos de media se quedase sólo en 69. Además ha
cotocircuitado a sus estrellas, de forma que solamente Bogdanovic ha
podido ser el mismo, y ni Jokic, Jovic, Milutinovic o Micic, han
escapado de la red tendida por la Sergio. Se puso en manos de sus
mejores defensores: Llull, Rudy (mención especial para él) y
Claver, que ha demostrado que con confianza y sabiendo a que juega,
es un tipo importantísimo en el baloncesto de grupo.
Scariolo ha
convertido a la Selección en un grupo coral. sin tanto talento como
antes, es capaz de ganar los partidos a base de esfuerzo, coraje y
una enorme dirección técnica. Quizas el único pero es que está
jugando con solo 9 hombres (Colom, Beiran y Rabaseda son
testimoniales) algunos muy veteranos, y eso puede pesar en un
campeonato corto tan exigente.
Ahora solo falta que
no se relajen y no la líen contra Polonia. Ganando ese partido el
objetivo de obtener el pase a los JJOO de Tokio estará casi logrado.
P.S. Lo de Rudy es
para escribir un tratado de baloncesto. A sus 34 años, y con una
espalda en precario, ya no está para esos “alley oops”, que
protagonizara antaño, ni para los mates “in his face”, como el
que le hizo a Howard en Pekín, pero es el tipo de su generación que
mejor lee el baloncesto. Defensor implacable, que gana las jugadas
por experiencia, anticipación y rapidez de manos, aporta mucho mas
de lo que dicen sus números. Estoy seguro que, si no hubiese sido
por esa caída ante los Lakers que machacó sus vertebras, hoy seguía
siendo un jugador importante en la NBA.
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