Un bonito cuento chino


Erase una vez un grupo de muchachitos altos, muy altos, que tenían la afición de meter una pelota por un aro. Un día, este grupo de muchachitos, dirigidos por su amigo Charly, cruzó un río para enfrentarse a los mejores del mundo en esa extraña afición, y lo hicieron tan bien, que llegaron a ganar a los mejores, a los inventores del juego, cosa que nadie había hecho hasta entonces. Pasaron los años, alguno de esos muchachos, se quedó por el camino, se incorporaron otros que tenían la misma afición y que fueron asimilando las enseñanzas y los valores de los primeros. Decidieron irse a Oriente, para enfrentarse de nuevo a los mejores, esta vez dirigidos por un tipo bajito de nombre extraño, Pepu, pero que amplió enormemente los conocimientos de ese grupo, tanto que volvieron a ganar a los mejores, incluso sin su mejor hombre, que cayó herido en una lucha épica contra otros muchachitos del otro lado del mar.
El grupo fue madurando, creciendo, haciendo historia en su continente, donde dominaban ese juego como hacía décadas no se veía, incluso se enfrentaron y pusieron en serias dificultades a un grupo llamado “Dreamteam de NBA”, unos gigantes negros entonces invencibles en esta afición. Pasaron los años, los muchachitos ya eran hombres hechos y derechos algunos abandonaron la afición, otros, inasequibles al desaliento, siguieron con su práctica, pero las heridas y los achaques les hicieron mella y ya no pudieron juntarse de nuevo para ir a Oriente y volver a enfrentarse a los mejores. Solo un puñado de chicos (algunos habían coincidido con los primeros, otros eran nuevos para la causa), se animaron a cruzar el Mundo para volver a competir, pero ya no era lo mismo, muchos de los que les seguían desde hacía tiempo, no creían en estos muchachos, huerfanos de referentes. Soló el que entonces les dirigía, un druida italiano de nombre Sergio y pelo engominado, creyó en ellos. Pero se guardó el secreto hasta el último momento.
Grupos mas aguerridos y experimentados fueron cayendo ante la admiración de los entendidos hasta que llegaron al enfrentamiento final, otra vez contra los abigarrados muchachos del otro lado del mar, que también habían sufrido muchas bajas desde el anterior duelo (solo quedaba un veterano de mil batallas en sus filas y un pequeño prestidigitador de la pelota), y con los cuales tampoco había contado nadie al principio.
Y volvieron a batir a todos y volvieron a crear la ilusión entre sus amigos y seguidores, como si no hubiera pasado el tiempo.



Después de este desparrame literario, quiero dejar constancia de mi admiración y reconocimiento a los jugadores que permitieron que estos chicos se hayan proclamado Campeones del Mundo por segunda vez en la historia. Mi respeto y admiración por los llamados “jugadores de las ventanas” que permitieron la clasificación para el mundial y que han estado representados por Quino Colom, Xabi Rabaseda y Javier Beiran en el grupo de 12:
ABALDE, Alberto-AGUILAR, Pablo-ARTEAGA, Víctor-BARREIRO, Jonathan-BRIZUELA, Darío-DÍAZ, Alberto-DIOP, Ilimane-FERNÁNDEZ, Jaime-GARCÍA, Sergi-LÓPEZ. ARÓSTEGUI, Xabi-LLOVET, Nacho-OLIVER, Albert-PAULI, Oriol-RODRÍGUEZ, Sergio-SAIZ, Sebas-SAN MIGUEL, Rodrigo-SASTRE, Joan-VÁZQUEZ, Fran-VICEDO, Edgar-VIDAL, Sergi y YUSTA, Santi

1 comentario:

  1. Magnífico equipo humano que nos ha hecho vibrar como hacía tiempo nadie lo hacía. Dignos herederos de los Indurain, Nadal, Iniesta, y algún otro que, además de ser los mejores en su disciplina, son grandes profesionales y magníficas personas que deberían ser ejemplo para nuestros jóvenes.

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