Diario de una epidemia: Una lección histórica


El aislamiento se está empezando a hacer insoportable, y esto no ha hecho nada mas que empezar. Creo que en muchos casos, la falta de contacto humano nos va a traer problemas muy, muy serios, que luego los psicólogos se van a volver locos (¡!) para corregir.

Sin embargo la Historia nos muestra casos de aislamiento mucho mas graves y dramáticos, cuyos protagonistas salvaron con abnegación y en muchos casos con un comportamiento heroico, de una manera brillante. Aunque luego en la mayoría de los casos fueron repudiados, contestados y, en el mejor de los casos, olvidados. 

Todo esto viene a que esta mañana he estado viendo un video, cuyo propietario ha querido compartir de una manera gratuita para hacer mas llevaderas estas duras jornadas de aislamiento. Se trata de “Regreso a El Baler” (https://vimeo.com/397804089), un documental narrado por Luis Eduardo Aute, en el que nos cuentan, a través de testimonios de descendientes e historiadores, la triste hazaña de los que luego al albur de una película, fueron conocidos como “Los últimos de Filipinas”.


 Para los que no conozcan el suceso (aunque creo que es hoy difícil), el suceso fue más o menos como sigue:
Durante la guerra de Filipinas en 1898, un regimiento de Cazadores destinado en la población de Baler, quedó sitiado y rodeado por guerreros filipinos de la sociedad Katipunan. Aislado de cualquier contacto exterior, 57 soldados (aunque desertarían 6) y dos religiosos, se encerraron en la única construcción sólida de la población: La iglesia.
Estos 53 sujetos, resistieron, no solo las acometidas de los insurgentes filipinos que, dicho sea de paso eran su menor problema en el día a día, sino que soportaron una epidemia de malaria, otra de disentería y otra de Beri-beri, la más mortífera. Es admirable la capacidad de sacrificio y entrega que estos españoles del siglo XIX, se enfrentaron a los 11 meses de reclusión que soportaron sin venir a cuento. La mayoría eran analfabetos y no tenían la más mínima idea de que demonios hacían en las antípodas de su pueblo. Su único “pecado” era el de no disponer de las 2.000 pts. (12 € al cambio), que les hubiese librado de ir a la guerra. Y lo peor es que fue por nada.

Comieron ratas, ratones, cereales con gusanos, hasta a la perrita del capitán, y solo el arrojo y la desesperación les permitieron ¡una vez!, comer fruta fresca; unas calabazas y unas pocas naranjas, que constituyeron su único festín en los 337 días que estuvieron encerrados.

Tras varios intentos de que se rindieran sin que, primero el capitán las Moreras (fallecido de Beri-beri), ni su sustituto el teniente Martín Cerezo, consintiesen en rendir la plaza que no era española desde 15 días después de iniciado el encierro. Una casualidad leída en un periódico que los sitiadores hacían llegar a los sitiados para que estuviesen “informados” de que estaban donde no debían, hizo comprender el error a Martín Cerezo.

El 2 de junio de 1899, 38 esqueletos harapientos salieron desfilando de la iglesia del Baler. El gobierno filipino, entonces ya en guerra con los EE.UU., les concedió honores de héroes y les dieron un salvoconducto para que regresaran a su casa. Su peripecia no había acabado, pero eso ya es otra historia.

Los supervivientes de El Baler cuando llegaron a España

Pues si esos campesinos, analfabetos la mayoría, que escapando del hambre, fueran a caer en la inanición, resistieron 11 meses en aquellas condiciones lamentables, ¿Como no vamos a aguantar nosotros un par de meses, cómodamente sentados con un té caliente, aporreando las teclas de un PC, encerrados en casita?

#Yomequedoencasa.

Si alguien está interesado en la historia del sitio de El Baler, les recomiendo que lean “Yo te diré. La verdadera historia de los últimos de Filipinas”, del maestro Manuel Leguineche, una auténtica joya periodística de lo que fue el desastre, o “Héroes de Filipinas” dentro de los Episodios Nacionales Contemporáneos de Ricardo Fernández de la Reguera y Susana March. Y luego, si se atreven, ven la película “Los últimos de Filipinas” (1945) de Antonio Román (la pueden encontrar en Youtube), de la que en 2016 se hizo un “remake” bastante curioso, y verán lo distinto que es el cine de la historia real.






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