El tiempo, por este
confinamiento preventivo que nos ha regalado el virus, y que ha
impedido que, por ejemplo, tengamos festividades tan esenciales como
la Semana Santa, la Feria de Abril, o el Día del Libro. Y la
tensión, por el continuo baile de cifras, lo caótico y poco claro
de las mismas (es la primera vez que veo que en una estadística
poblacional no se desglosan los parámetros del universo testado. Es
decir; edades, sexos, etc.), el aporreamiento que la oposición hace
a la gestión del Gobierno y la incertidumbre de cómo vamos a salir
de esta. Y yo creo que vamos a salir muy, pero que muy mal.
Cada día que pasa
la apocalíptica situación de la economía es mas acuciante y
agobiante. Los parados suben a límites que creíamos inalcanzables.
La deuda sube como la espuma y lo que es peor (esto no deja de ser
macroeconomía), las colas en comedores sociales, centros de ayuda y
de caridad, aumentan a un ritmo insostenible. Eso sin tener en cuenta el enorme volumen de población que vive, o mas bien malvive con un trabajo en economía sumergida, personas que ni tan siquiera pueden obtener un paro, un ERTE, o una ayuda, a la espera de que llega el denostad por la oposición ingreso mínimo vital.
Y a todo esto, sin que me quede claro si el plan de desescalada del Gobierno va a funcionar o no, aunque queda la esperanza de que tampoco es muy distinto del presentado por otros países de nuestro entorno. Ya se sabe, mal de muchos.....
Si, es posible que mucha gente diga que el número de muertos y de contagiados esté siendo intolerable. Que lo es, porque no solo es una tragedia nacional, sino que es una tragedia individual, de todas esas personas que han perdido un ser querido, cuando no estaba aún previsto perderlo, y de lo manera mas dolorosa e inhuma posible; sin poder acompañarlos o darles el último adiós.
Si que puedo responder que, en el otro país que conozco bien (Italia), la cosa no está mucho mejor y que el análisis de la situación está claro, al menos para mi: La progresiva devastación que los sistemas públicos de salud de ambos países han sufrido a los largo de los últimos 20 años, la escasa (en el caso de España, mas que magra, nula) aportación para investigación y ciencia, nos ha pasado factura de la peor manera posible: en número de muertos.
Y a todo esto, sin que me quede claro si el plan de desescalada del Gobierno va a funcionar o no, aunque queda la esperanza de que tampoco es muy distinto del presentado por otros países de nuestro entorno. Ya se sabe, mal de muchos.....
Si, es posible que mucha gente diga que el número de muertos y de contagiados esté siendo intolerable. Que lo es, porque no solo es una tragedia nacional, sino que es una tragedia individual, de todas esas personas que han perdido un ser querido, cuando no estaba aún previsto perderlo, y de lo manera mas dolorosa e inhuma posible; sin poder acompañarlos o darles el último adiós.
Si que puedo responder que, en el otro país que conozco bien (Italia), la cosa no está mucho mejor y que el análisis de la situación está claro, al menos para mi: La progresiva devastación que los sistemas públicos de salud de ambos países han sufrido a los largo de los últimos 20 años, la escasa (en el caso de España, mas que magra, nula) aportación para investigación y ciencia, nos ha pasado factura de la peor manera posible: en número de muertos.
Espero y deseo que
se tome nota de esto, sobre todo la caterva de neo-liberales que se
posicionan una y otra vez en la eliminación del sistema de salud
público. Lo mas fino que les han dicho es que es poco rentable y
eficiente. Y que no nos quedemos en aplausos y canciones (que de eso no se vive), ni lo salemos con una paga extra, o una redención de impuestos (que se lo merecen), pero que no es suficiente. Hay que dotarlos, pertrecharlos y no solo de EPIs.
Por otro lado
también estoy viendo una ruptura en el corazón capitalista. En la
cuna del sistema (los EEUU) ya se postulan y se ven con buenos ojos
la intervención de Estado en empresas (sobre todo las grandes)
lastradas por la pandemia. Lo que antes era un anatema, pecado de
excomunión, ahora, por mor de un bichito, se ha vuelto la solución.
¿Pagaremos los ciudadanos la crisis para reflotar empresas, cuyos
beneficios (que los habrá) seguirán siendo para los accionistas?
¿A que nos suena?
¿A que nos suena?
Y a todo esto, nos
vamos a perder la primavera, el cambio estacional nos va a pillar
enclaustrados como monjes.
Esperemos que no nos roben también Mayo, aunque ya nada volverá a ser como antes (eso es otra canción).
Esperemos que no nos roben también Mayo, aunque ya nada volverá a ser como antes (eso es otra canción).
Querido Luis:
ResponderEliminarGracias por tu análisis, por compartir tu visión, por ayudarnos o empujarnos a pensar, todo eso es siempre enriquecedor.
Desde el más absoluto respeto ya sabes que discrepo en algunas cosas contigo, alguna de ellas también aquí reflejada, como la afirmación que haces de que muchos neoliberales apuestan por la supresión de la Sanidad Pública, yo creo que no es así, que los liberales apuestan por un doble sistema, público y privado, no por eliminar al primero de ellos. Y también discrepo en tus referidos recortes a la Sanidad Pública por parte de gobiernos autonómicos conservadores, que aunque no lo menciones explícitamente, subyace en tu texto.
En cualquier caso, muchas gracias por tu blog, pir tu interesante opinión, por tu claridad a la hora de expresar tus ideas y sobretodo por escuchar a los que pensamos distinto, aunque a veces no nos comprendas.
Un fuerte abrazo, amigo.
Gracias por leer mi blog amigo. El tema de la idea de suprimir la Sanidad pública, no viene, generalmente por políticos, no se atreverían, pero escritores y pensadores de esa misma corriente (Hermann Tersch o Fernando Sánchez Dragó) si que se han atrevido a postularse en ese sentido. Es más en el caso de Sánchez Dragó se lo he oido decir. Y no, los recortes de la Sanidad Pública no son exclusivos de Gobiernos Conservadores (si que es cierto que en Madrid llevan Gobernando todo este tiempo, pero en otros sitios....), el problema es de todos, que no hemos defendido un bien tan indispensable como se merecen, porque creíamos que el mismo era algo que usaban otros, lo que hemos visto que no es verdad. Siento no haber sido más concreto. Y finalmente, siempre, siempre, escucharé y respetaré a los que piensan distinto, discrepar (civilizadamente y sin cainismos), es lo que hacegrandes a las sociedades y a las personas. Nadie tiene la razón absoluta, y jamás dejaré de reconocer una idea o a una persona que haga las cosas del modo que yo creo correcto. El caso más palpable es la gestión que ha hecho el Sr. Martinez Almeida durante la crisis o la respuesta de la oposición de mas Madrid en el Ayuntamiento, que aplaudo. Y ninguno de los dos son santos de mi devoción.
EliminarUn abrazo enorme,