Pero más allá de
cargos y títulos, que serán lo que se indique en enciclopedias y
libros de Historia, Julio Anguita fue un hombre leal, coherente, comprometido
con su visión igualitaria y solidaria de la política en España.
Uno de los últimos
referentes políticos serios de este país. Mas allá de estar o no de
acuerdo con sus ideas, la figura de Julio Anguita se eleva por encima
de muchos de sus contemporáneos políticos, al haber llegado a ser
una "rara avis" en el panorama político español; un hombre
comprometido con sus ideas y capaz de llegar a acuerdos necesarios a
pesar de las discrepancias ideológica y de concepto que pudiera
tener con quien quería llegar a un acuerdo.
Hijo, nieto y
bisnieto de militares y Guardias Civiles, obtiene la licenciatura en
Historia Contemporánea y se dedica a su gran pasión, la enseñanza,
en varios institutos andaluces. En 1972, ingresa en el entonces
clandestino Partido Comunista de España. Una vez en Democracia, se
convierte en uno de los miembros de Comité Central del Partido en
Andalucía, tras el famoso Sábado Santo Rojo en el que se legaliza
el PCE. En 1979, y en las primeras elecciones municipales de la joven democracia española, se convierte en el primer alcalde comunista de una
capital de provincia tras la guerra civil. Su fisonomía enjuta, además de
esa barba perfectamente recortada y puntilínea, le llevan a obtener
el sobrenombre de “el Califa Rojo”.
Fue uno de los encargados por el partido de gestionar la alianza que llevó a crear la coalición Izquierda Unida, con la que encabezó las listas electorales en 1989, logrando un importante aumento de escaños frente a los obtenidos en las elecciones anteriores por el PCE. Pese a ello, fue uno de los firmes defensores de la no disolución del viejo PCE dentro de la coalición de izquierdas, dejando constancia de una claridad de ideas y de conceptos democráticos que le valieron el reconocimiento y la admiración de muchos rivales políticos.
Lideró una época
convulsa dentro de la izquierda española, con enfrentamientos
directos con el PSOE, al que tachaba en muchas ocasiones de tibio.
En esos momentos estaba considerado como uno de los líderes
políticos de más prestigio de España.
Sin embargo su gran
corazón le jugó una mala pasada. En 1993, en plena campaña
electoral, sufrió un primer infarto, al que siguió otro en el año
2000 que le llevó a renunciar a su cargo como líder de IU, a
retirarse de la vida pública y volver a la enseñanza y a la escritura. Julio Anguita es autor de varios libros, entre los que figuran: Textos y discursos (de su etapa como alcalde de Córdoba), Desamortización Eclesiástica en la ciudad de Córdoba (1836-1845) y Otra Andalucía, escrita junto a Rafael Alberti. En 2011 publicó Combates de este tiempo y a finales de 2013 presentó la biografía política Contra la ceguera.
La vida le tenía
reservada una nueva y tremenda adversidad a su maltrecho corazón,
cuando en 2003, su hijo Julio Anguita Parrado, moría durante la
guerra de Irak cumpliendo con sus labores de periodista. El revés
fue terrible, pero no por ello abandonó su vida publica,
participando en debates, entrevistas y actos públicos en los que
seguía mostrando su afilado sentido común y sus ideas políticas y
sociales. Su claridad de ideas y su verbo didáctico y directo, le han llevado a ser uno de los referentes ideológicos de la izquierda nacional.
Creador del lema mas recordado de la política española (“Programa,
programa y programa”), sobre cómo debe un partido navegar por las convulsas aguas de la política, ha mantenido hasta el último momento una
coherencia alejadísima de los actuales modelos de comportamiento de
la clase política actual.
Una parada cardio
respiratoria se lo ha llevado en su querida Córdoba.
Adiós a un hombre
cabal D.E.P.
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