Construido hacia 1770 en el antiguo Altillo de la Buena Vista, sobre el emplazamiento de un antiguo palacete en el que habitó Isabel de Farnesio, por el entonces Duque de Alba. Fue bajo el duquesado de su nieta; María Teresa de Silva Álvarez de Toledo, la célebre Cayetana de Alba que retrató Goya, cuando el palacio encontró su primer esplendor, ordenó colocar la entrada principal orientada hacia el Norte y de sus paredes colgaron obras maestras, hoy tristemente fuera de nuestras fronteras, como la Venus del espejo de Velázquez (The National Gallery, Londres), La Madonna de Alba de Rafael (que debe su nombre precisamente a los duques de Alba; National Gallery of Art, Washington D. C.) y La educación de Cupido de Correggio (The National Gallery).
A finales del siglo XVIII, el palacio sufrió dos incendios que hicieron que cambiara su fisionomía. Fue tras la misteriosa muerte de la Duquesa, sin herederos conocidos, cuando el palacio pasa a la casa de Berwick, la cual fue desposeída del mismo en 1807 cuando, tras la expropiación forzosa del mismo por parte del Ayuntamiento, esté lo donó al por entonces primer ministro plenipotenciario Manuel Godoy y Álvarez de Faría (esto de regalarle palacios al mandamás me suena de algo, no sé), que ordenó una profunda remodelación con un estratosférico coste a cuenta de las arcas públicas (¡Qué curiosa coincidencia!).
Sin embargo Godoy no llegó nunca a residir en él, ya que, caído en desgracia, el palacio fue de nuevo expropiado y paso a manos de la corona.
Durante la invasión napoleónica, fue el primer cuartel general del Duque de Berg (Joaquin Murat), hasta que un real decreto de José I, lo destinó a real museo de pinturas, puesto que fue la primera ubicación que se destinó para lo que hoy es el Museo del Prado. Nunca llegó a ser dicho museo, puesto que tras la marcha de los franceses en 18014, el palacio fue cedido por la corona para albergar el Ministerio de Guerra, por lo que de nuevo hubo que acometer reformas que duraron hasta 1847. Este palacio albergó el desenlace de uno de los episodios más oscuros de la Historia de España. El 28 de Diciembre de 1870, y tras el atentado (¿fallido?) que sufrió el entonces Presidente del Consejo y Ministro de la Guerra, el General Juan Prim y Prats, en la cercano calle del Turco (hoy Marqués de Cubas), el General fue trasladado a su residencia (el palacio). Cuenta la historia que el General subió por su propio pie las escaleras de palacio (ver fotos del álbum) y que fue atendido en uno de los divanes que se conservan en el palacio y que muestra aún manchas de sangre. Oficialmente el General falleció tres días después a causa de la septicemia de las heridas recibidas (para saber más podéis consultar mi reseña al libro “Matar a Prim” en http://www.culturamas.es/blog/2014/09/04/matar-a-prim/). Este hecho cambió para siempre la historia.
El último ministro de la Guerra democrático que usó el palacio como vivienda personal fue Don Manuel Azaña (ver sus memorias), desde el que intentó, en vano, reformar y modernizar el ejército y acabar con los ascensos de los oficiales “africanistas”.
En 1981, con el traslado del Ministerio a su actual ubicación, el palacioquedó como Cuartel General de los Ejércitos de Tierra y Aire.
Hoy en día sigue albergando numerosas obras de arte, como Goya o Bayeu, aunque es muy difícil saber que piezas son originales puesto que durante la Guerra Civil fue bombardeado y la restauración del mismo se hizo a partir de 1940, aunque parece que los techos de la primera planta son los originales encargados por el propio Godoy a Juan Gálvez.
Actualmente y aparte de las vistas que, esporádicamente, promociona Patrimonio Nacional, todos los últimos viernes de cada mes, a las 11:00, tiene lugar una actividad que se puede disfrutar de forma gratuita; el relevo de la guardia. (http://www.ejercito.mde.es/palacio_buenavista/relevo_de_la_guardia_cg/relevo_guardia_cg.html). En la que con uniformes de época, los soldados efectúan una interesante parada militar. Merece la pena verlo.
Una visita impresionante a parte de la historia de esta ciudad.
Muy bueno Comino, muy bueno.
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